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La función del sistema

April 18, 2024 — Jordán

Si en un arrebato de moralidad, decides prescindir de los servicios de las empresas amparadas en el «privilegio de autor» aquellas que te impiden hacer lo que quieres con tu dinero o donar a una causa que estimas justa, encontrarás que en el mundo en el que vivimos hacer una vida mínimamente normal sin ellas es extremadamente difícil.

La red es la herramienta más poderosa para que los ciudadanos en las sociedades democráticas pongan en práctica una supervisión completa sobre las actividades de sus teóricos representantes, los políticos.

Pero ante una herramienta así, surge un problema de primera magnitud, una disfuncionalidad manifiesta: hacía ya mucho tiempo que esos teóricos representantes de los ciudadanos habían dejado de representarlos, para pasar a representarse a sí mismos y a sus intereses particulares.

Pocas cosas están más justificadas en la vida pública que la transparencia. Por el hecho de serlo, un político, por su condición de representante y servidor de los ciudadanos, debería tener un deber de transparencia absoluto:

Deberíamos saber que hace, donde está en cada momento, con quien se reúne, de que temas habla, que acuerdos o promesas hace, su agenda, sus opiniones en todos los temas relevantes... desempeñar la función pública (de existir) debería exigir una garantía de transparencia total en todo, incluidos por supuesto los ingresos y gastos.

En un mundo así, con políticos y gobiernos comprometidos con ese nivel de transparencia, Wikileaks no sería en absoluto necesario.

Hoy, la tecnología proporciona todas las herramientas necesarias para que esa transparencia tenga lugar. Podemos saber en todo momento donde está una persona y podemos además proporcionarle herramientas para que informe de todos sus pensamientos, reuniones o decisiones.

Pero en su lugar, lo que los políticos y los gobiernos están haciendo es pretender utilizar la tecnología no para que los ciudadanos les exijan esa transparencia, sino para imponer a esos mismos ciudadanos una vigilancia que en modo alguno esos ciudadanos desean ni estiman conveniente.

En lugar de utilizar la tecnología para controlar al poder político, el poder político pretende utilizar la tecnología para controlar a los ciudadanos. Un giro completamente inaceptable.